Urbanismo Protesta

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martes, 29 de julio de 2008

¿Paridad o parida? (Segunda parte)

Podría titular esta entrada de otro modo, pero me resultaba tentador relacionarla con la de ayer, sobre los semáforos y las formas que hubiera en ellos (masculinas o femeninas o androides, pongamos. La verdad es que, quien se sienta identificado con el semáforo no anda muy bien de la mollera, a no ser que se crea Iron-man o algo parecido...)

Y es que, dandole vueltas a la paridad famosamente conocida, me encuentro esta mañana en el recreo con los enanos que mis niñas cantan una canción muy divertida (más aún para los partidarios de la igualdad exacerbada de géneros por encima de todo)

La papilla del bebé
Es muy rica y nutritiva
Tiene muchas vitaminas
La A, la B, la C
a- b-c, chocolate y té

Nosotras las mujeres
Enseñamos a los hombres
Caras de mosqueo,
Amor y coqueteo.

Chicle, bombón
Cámara de acción.
Chinita y japón
Media vuelta y pom.

¿Se han vuelto majaretas las niñas y están reivindicando su papel hiper-femenino en la vida? ¿A quién se le ha ocurrido semejante disparate de canción? ¿Deberíamos reconducir la canción y transformarla en otra cosa?
Por el momento, un monitor del campa lo intentó. Pero... la nueva versión que incluia que las mujeres enseñamos a los hombres kárate, judo y nosé que más no ha triunfado demasiado.

La culturilla de patio escapa a la comprensión de nociones de paridad, discriminación u lo que sea.
Ni que decir tiene que si por mí fuera cambiaría esa forma de entender los géneros: la mujer el lado hipersensible y emocional. Y el hombre ese personaje que no manifiesta sus emociones, de mirada impenetrable. Tanto que, como dice la canción, para poner caras o expresar sus emociones tiene que ser enseñado por una mujer.
Claro que, en cierto modo, tampoco nos deja tan mal. Yo diría que en estos tiempos que corren, la expresión emocional se ha vuelto un valor en alza, y ser consideradas las maestras de la emoción es más bien un halago.
En el fondo me preocupa más la contra-imagen del hombre que no sabe expresarse.

lunes, 28 de julio de 2008

¿Paridad o parida?

Desde mi forma de pensar, que en ocasiones ralla con el feminismo no con el hembrismo, no confundamos términos por favor (Hembrismo es la tendencia a atacar la forma de pensar masculina y el rechazo a los hombres por ser hombres, siendo algo así como lo inmediatamente opuesto a la misoginia u odio a las mujeres) , me he quedado noqueada por la siguiente noticia http://www.consejomujeresmadrid.org/noticia.asp?id=845, en la que se dice que van a poner en los semáforos muñecos conn perfil de mujer en Fuenlabrada.

El objetivo es conseguir la ¿paridad? Pero... esto es lo más gracioso que he leido desde lo de los "miembros y miembras". Que haya jueces y juezas, de acuerdo, es evidente y ya se dice por propia iniciativa, pero esto último es algo que me está dejando bastante fría. Uao, ya somos iguales, ya aparecemos en los semáforos. Podemos estar tranquilas.

Cómo decir que hay razones para pensar que todo esto son medidas superficiales y políticamente correctas (de cara a la galería, vaya) que no mejoran la integración de las mujeres en ciertos campos laborales, ni tocan los problemas de machismo existentes en ciertos colectivos sociales, ni tampoco van a hacer que los conflictos desaparezcan.

De pronto me entra la absurda sensación de tener que ir por ahí dicendo que soy mujer y no persona; aunque lo primero digo yo que es ser persona, poner por delante de todo la cuestión de género me parece un tanto exagerado y fuera de lugar. Ya que lo van a hacer que incluyan a los afroamericanos, las mujeres con shari, los musulmanes (no se olviden del turbante por favor), que pongan mujeres con mujeres, hombres con hombres, hombres y mujeres todos ellos dados de la mano, y claro, que no sean necesariamente jóvenes, sino ancianos también, o niños.
Puestos a rematar la faena, que pongan a gente en silla de ruedas, a bizcos y a cojos, y tambien a gente con audífonos, para que todo el mundo se sienta representado en los semáforos. Y al Chikilicuatre, ya que estamos, representando todos y cada uno de los pasos del chiki-chiki.

¿Cómo explicarlo? Antes por no ser reconocidas en ciertas cosas. Ahora por destacar el hecho de que seamos mujeres u hombres. Lo preocupante es que con esto encubren lo que realmente importa en la cuestión de género, que no es tanto la imágen pintada de un hombre o una mujer sino los valores predominantes de la España cañi (o profunda).

Más que indicativo de paridad yo diría que es una parida como una casa de grande.

jueves, 24 de julio de 2008

Queda prohibido

Para la gente del campa, por lo que me han enseñado durante estos 30 días de suplicio y disfrute compartido.


lunes, 14 de julio de 2008

Adobes, sol y pequeñas lecciones sobre la vida

Suena el despertador.
Gruñidos de desaprobación y cierta vagancia nos invade. Desde la fría habitación del sindicato me preguntaba cómo se me ocurrió viajar tan lejos, para levantarme tan pronto (a las 8 de la mañana más o menos) para ver la obra de los chavales que están de campamento con Victoriano (para algunos la pesadilla parlante, cariñosamente).

Nos levantamos y nos sentamos a desayunar, y tras algunos "pásame el zumo de melocotón" y bromas sobre la ausencia de puré de melocotón- que es la consistencia del zumo por lo visto-, nos ponemos a desayunar. No sé qué decir, hace mucho que dejé de tener 16 (por lo menos 10 años van) y apenas recuerdo, me siento como en tierra de nadie; cada día tardo más en recordar mi adolescencia y mi infancia, ando mucho más cerca de lo que llaman "ser adultos". Y no os creáis que me sienta un poco mal en contadas ocasiones. En otras en cambio me doy cuenta de lo difícil que es tenerlo todo por delante y muchas ideas sobre el mundo adulto, que no tienen porqué ser verdad o estar cerca de lo que se van a encontrar realmente. O sí, a veces aciertan bastante bien.

Cogemos las bicis y listo, a la adobera. Organización confusa. No sé donde situarme. Nadie me dijo cómo iba esto, pero me voy enterando por las escasas instrucciones que consigo sonsacar a algunos chavales y por fin cuando llega Toñi me aclara mucho más.
Por primera vez he visto el lodo, cuando vamos al pozo a sacar agua. Hay que sacar unos cuantos cubos de esa substancia pringosa y apestosa; (en realidad las personas somos como pozos, a veces hay que sacar lodo para encontrar algo más bajo nuestra apariencia, si nos pillan en un mal momento).
Después a la piscina. Hablando con los chavales recuerdo la música que me gustaba. Ska-p, Reincidentes...Parece mentira que los mismos grupos sigan arrastrando a las mismas generaciones. Alba se ríe y me dice que si hecho de menos ser joven. - Sensación extraña. Hace unos días pensaba lo mismo yo de algunos profesores de mi facultad, si ellos no echarían de menos estar en nuestro lugar.
Respondo algo así como "niñaa" y me pone la mano por encima del hombro, en señal conciliadora.

Pero es que, me acuerdo tanto de mis momentos en el Club Cadarso, que me dan ganas de volver. La puerta está cerrada, pero bueno, aprovecharé que estoy aquí, en mis 26, tan lejanos para ellos.
Me he encontrado dos días entre dos mundos un tanto extraños para mí: El de los 17 y el de los 50 y tantos, con tanta historia detrás. Grandes contrastes: La firmeza y convicción de Victoriano y Toñi sobre lo que es enseñar y cómo hacerlo, sin excluir la política de la educación, y la suavidad e inseguridad de algunos chavales en contadas ocasiones explícita del todo.

Me quedo con algunas lecciones del maestro Victoriano, como aquella sobre la "atribución causal" (o el lanzamiento de improvisto de una botella con arena sobre la mesa que nos sobresalta, tras el cual nos pregunta ¿qué hemos pensado?), y ahora en mis momentos de reflexión me formulo una pregunta sobre si también será el prejuicio un resultado de las atribuciones causales, de forma repetida inconscientemente. Cuántas veces nos quedamos con la idea de que la gente siempre actúa igual siendo más verdad que las personas nunca actúan de igual forma salvo que tengan razones para ello.

Pisando el barro por la tarde descubro, que el barro no es bueno para las heridas (brillante descubrimiento, Sara, diréis... sí, soy poco lista para algunas cosas.) Moraleja: Cuanto más tierra y agua se echa sobre las heridas peor se curan. Es mejor echar algo que las desinfecte, aunque duela a horrores. Apliquemos esto a las situaciones complicadas, y ya tendremos una bonita metáfora.
La academia del barro acaba con risas y los pies llenos de porquería. Barbie, Chunga y la nueva (yo) nos secamos los pies con risas y comentarios sobre la jugada. Mientras, los chicos recogen a su ritmo las cosas en la adobera.
Dos días en Santa Eufemia podrían dar para bien poco, pero es más bien lo contrario, siento como si el tiempo se hubiera doblado, y me hubieran salido horas de más. Ahora en Madrid el tiempo vuela pero no duermo igual de bien. Extraña sensación.

martes, 8 de julio de 2008

Tierna infancia

Hoy hemos salido al Espinar con los críos. Son 16 pequeños personajes de 4 años. A menudo me pregunto cómo nos verán. Para mí que somos bichos raros, que somos esa gente gigante que les da órdenes, les pide que hagan cosas que no quieren hacer, como comerse todo, echarse crema solar (con lo latazo que es echar esa pringue asquerosa factor 50 que parece betún para zapatos) o la difícil tarea de portarse bien.

Cuando les pregunto qué es portarse bien, la gran mayoría responde con un escueto "no lo séee". (Si ellos no lo saben, yo cada día descubro que eso es algo que nunca se descubre del todo)

No importa, allí están ellos, en su pequeño mundo, tratando de entender porqué tienen que ir en fila y cogidos de la mano y no corriendo a su antojo, o porqué se les lleva a un lugar donde el agua está congelada y apenas se pueden bañar unos minutos, salir corriendo del agua y ponerse al sol para no costiparse.
Allí están para mirarte con esos pequeños ojos y decirte: "no encuentro mis chanclaaas" que probablemente estarán debajo de la toalla, o para llorar porque un compañero ha derramado la crema solar sin darse cuenta sobre su mochila.
O bien, porqué no, para corretear y tirarse las piñas que encuentren por el suelo, felizmente, sin que nadie resulte dañado por ello. Son las pequeñas guerras de la infancia, y tienen un final casi feliz, y si hay algún herido, se llora un poco, se acusa al compañero y a los dos minutos, amigos otra vez.

Si digo que los envidio, me quedo corta, aunque por otro lado les estoy agradecida por haberme regalado un trocito de su pequeño corazón, y estar día tras día diciendome: Saraaaaa, no quiero comer máaaaas" o contándome sus pequeñas cosas de cada día.

viernes, 4 de julio de 2008

Altruismo (1)

Cuídate o serás infeliz. / Cuída a los demás o serás infeliz.


Son dos frases poco asociadas últimamente. Se dice aquello de"piensa en tí", o "tengo que hacer cosas para mí misma", y un largo etc, que parecen indicar que una cosa va en contra de la otra.Pero...la verdad es que o las dos cosas a la vez, o nada.


Cuando te enseñan a ser muy altruista, tanto que tienes-casi por fuerza moral- que negar tus propias necesidades y a anularte como persona, malo. Lo contrario también es espantoso (ahora muy común) pensar que el mundo es una prolongación de tu ombligo.Es más, creo que ambas educaciones coinciden en una cosa nefasta para la persona: Si no te queda nada dentro para ofrecer, se acaba creyendo que el mundo es una prolongación de lo que tú ofreces, que te necesita y tratas de dominar las cosas a través de favores.

Si no das nada y te lo dan todo hecho, crees que el mundo es una prolongaciónde lo que haces y deseas, tratando igualmente de dominar las cosas para que te ofrezcan lo que deseas.

Son dos caras de la misma moneda.
(Pensar en opuestos extremos es útil... creo que nos enseñan el camino intermedio)


El otro día charlando con cierto maestro jubilado (te reconocerás en este post, seguro) encontré por fin una clave importante para estar mejor y para educar mejor - que deberían ser cosas muy asociadas o inseparables -: Ser capaces de ver cuándo estamos mirando la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio (gran refrán). Esa es la clave fundamental de ser realmente altruistas, en un sentido más equilibrado.

Algunos refranes populares dicen más que una gran parrafada de palabras. (Tal vez es porque hablan en imágenes. No lo sé)