Urbanismo Protesta

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lunes, 28 de diciembre de 2009

Ya estamos con los dichosos nombres... Terminología barata del amor

Sigue molestándome a estas alturas de la vida (no tan altas, aún queda mucho por recorrer) escuchar cosas como: "Si, salimos pero no hay amor aún, ¡menos mal!, no puedo ir tan deprisa! O como "Si, quedamos a veces pero no salimos aún ¿¿¿¿¿????? ¿es que se puede quedar sin salir de casa...bueno si, por poder se puede quedar dentro de casa, pero menudo rollazo ¿no?

Esa es otra: Sí, es mi rollo. Eso significa que no estoy saliendo con él, pero le beso y le hago de todo, eso sí, sólo somos amigos. (claro, yo todos los días beso a mis amigos y les meto mano, es algo absolutamente natural), salgo al cine y tal, pero sin salir, ¡qué van a pensar!

¿Qué carajo nos ha pasado de un tiempo a esta parte que nos da miedo decir palabras como "novio", "pareja", "estoy saliendo con alguien", etc etc...? ¿nos hemos vuelto miedosos y miedosas y ahora hay que salir antes de salir, pero sin estar saliendo (cuidado, no vaya a ser que el otro piense que queremos algo serio, eso sería un problema, mucho cuidado con decir que queremos que esto dure...)

Las palabras más utilizadas últimamente son:
- Rollo (ya descrito antes)
- Amigo (algo más serio que un rollo)
- follamigo (amigo al que te acercas más de lo que harías con un amigo...)
- Novio: ¿Es que te vas a casar? Dios mio,no lo digas nunca, que queda fatal. Y por supuesto si él o ella dijo eso de somos novios implica un nivel tal de compromiso, que mejor no serlo. La propia palabra puede desencadenar desastres como agobiarse y querer dejar la relación y un largo etc. Ponerle un nombre u otro es ir deprisa, mucho ojo con lo que se dice.

¿Para qué complicarse tanto? Bastaría con decir, mira estamos saliendo pero necesito tiempo para saber si eres la persona de mi vida (si es que esas cosas existen realmente),¡¡¡¡ PERO TANTA GAITA PARA HABLAR DE LO MISMO!!!!! o oye, esto no es muy serio, ya está, te pones la nariz de clown y solucionado.
No creo que sea tan complicado hablar. Aunque también puede ser que hemos convertido las relaciones en algo tan sumamente temporal que ya hay que establecer distintos tipos de contratos que hagan a la otra persona saber si tiene que buscar otra relación por si acaso está le falla, al igual que los trabajos.

Lo que realmente estamos ocultando con toda esta mierda de terminología es que creemos aún que el amor verdadero es como en las películas y que hasta que no haya mariposas de colores y fuegos artificiales no vamos a colgar la etiqueta correspondiente.

No somos más gilipollas porque no queremos, que si no...

viernes, 18 de diciembre de 2009

Las otras navidades...

El otro día, en una presentación de una obra de teatro de navidad, escuché unas palabras muy sabias que hablaban de las otras navidades que no son de postal: Las de los familiares de los enfermos mentales, que no siempre son tal y como dice el imaginario social: Cenar todos juntos y alegres, cantando villancicos,(es posible que en ese momento haya crisis, y te toque sonreír a marchas forzadas y rezar porque las cosas sean un poco más estables), el tópico de poder beber alcohol y brindar (Es posible que el alcohol esté vetado por obvias razones de dependencia), también es posible que suceda cualquier cosa y acabes en urgencias, preguntándote dónde están tus ideales, y a dónde se fue la fiesta.

Son tantas las cosas que pueden suceder viviendo con alguien cuya estabilidad emocional es tan frágil como un suspiro, tan breve como un minuto... que cuando la tienes, cuando llegas a ese nirvana emocional, quisieras quedarte en él toda tu vida.

De eso se tratan las navidades de las familias de enfermos mentales, de renunciar a esa navidad idílica, y saber que en cualquier momento puede suceder algo que estropee la idea misma de navidad en familia, y de aceptar que también habrá momentos tan buenos e irrepetibles que más vale aprovecharlos.

No quisiera transmitir la sensación de lástima por parte de aquellas personas que tienen familias ideales (no creo ni siquiera que tales personas existan, pero por si acaso sucede) pero esta entrada se la dedico a aquellos y aquellas que han vivido eso, que han sentido cómo toda esa sarta de tonterías que nos meten por los anuncios, toda esa gente sonriendo, se convierte en humo, en una realidad deseada e inalcanzable.
Lo mejor que se puede hacer, por el momento es renunciar a todas esas realidades paralelas y acoger lo que venga con muchísimas ganas, porque, sabemos que en el fondo ellos no saben actuar de otro modo, o simplemente no son capaces.

La referencia a la navidad idílica, me lleva a otras cosas idílicas y cómo nos enfadamos cuando no salen tal y como queremos. Tal vez, lo bueno de vivir situaciones así es que te sitúan en un punto de realismo tremendo, que te hacen vivir cada momento de una forma muy intensa y hacerte cargo de que, los ideales son una patraña y hay que cuidarse de ellos, so pena de acabar llorando por algo que nunca has tenido pero que quisieras tener.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿Existe la playa?

¿Queda playa bajo estos adoquines? ¿la hubo alguna vez?

Leí hace poco un texto en tuenti sobre los veintitantos que hablaba sobre la edad que vivimos y el ocaso de los sueños adolescentes (libertad, vocaciones perdidas, búsqueda de un sitio que apenas parece existir para nosotros...etc)bastante deprimente, y me sentía en la obligación moral de responder, de gritar que no es para tanto, que ese "vacio de lugar" que algunas canciones predican no es real.

Es más...la adolescencia nunca fue un momento estable. No conozco a nadie que haya disfrutado plenamente del hecho de tener exceso de hormonas, o escuchar todos los días cosas como "estos chavales tienen un pavo..."
Tampoco recuerdo que fuera una alegría sentir que hay que ser como los demás, o que si no llevas esas marcas, no eres "guay".
La inseguridad, las emociones intensas que casi duelen, las ganas de escapar hacia cualquier sitio, allá donde tus ideales te lleven, tampoco son cosas envidiables.

Puede que no todas las personas lo pasaran igual de mal (o de bien) pero para mí los ventitantos han sido una etapa de liberación (al menos en el sentido emocional) y de construcción personal.
Los que se lamentan de que no hay sitio, no se dan cuenta de que cuanta mayor es la crisis más necesidad de formación y de crecimiento tendremos que experimentar.
Cierto es que no hace sentirnos como si no tuvieramos suelo bajo los pies, e idealizar esos momentos en los que todo nos lo daba la familia y en los que los amigos podían salir a la vez y en grupo. Aún a nuestra edad queda gente que se comporta como si tuviera 15 años, porque se niega a aceptar la responsabilidad de crecer y el hecho de que nos hacemos mayores (a ver, ¡qué remedio!)

Y otra de las grandes mentiras es eso que se oye a veces de: bueno, pero ¡nuestros padres al menos tuvieron trabajo!
Ellos también vivieron cosas difíciles. No había calefacción o agua caliente en los pueblos de los que algunos vienen (al menos los míos), y tampoco tuvieron ocasión de estudiar tantas carreras como nosotros. No tenían I-pod o ordenador para lamentarse, y por eso en vez de hacerlo, trabajaban donde podían hacerlo, ya fuera limpiando la calle o alguna casa, o haciendo lo que fuera necesario para salir adelante.

Mirando nuestras vidas se puede hasta decir que para nosotros la crisis se trata de un reto más que de una vida llena de penurias. Al final, cuando lo aceptas se convierte en algo hasta emocionante. La aventura de construir tu vida poco a poco. La aventura de levantarte con cada caída o con cada error. Y sobre todo la emoción de ver que cada vez fallas menos y te duran más los trabajos o las relaciones. (ande yo caliente y ríase la gente)
Y ya no solo quiero hablar de mi propia vida. También quiero hablar de esas otras vidas que necesitan ayuda de gente como nosotros, bien alimentados y llenos de energía, si es que somos capaces de levantarnos y dejar de mirarnos el ombligo lamentándonos.

Claro que hay playa. Y aún nos quedan energías para encontrarla bajo los adoquines de la ciudad.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sentido

El caminante miraba hacia la oscuridad de la noche, tratando de ver algo, maldiciendo su suerte, cuando un peregrino se acercó y le dijo:

¿Algún problema? ¿te puedo ayudar?

No, simplemente es que tengo que llegar mañana al pueblo más cercano y no tengo luz.

¿Por qué no enciendes una linterna?

No puedo, gasto pilas. Y no tengo.

Pero...yo te dejo, no las necesito.

No puedo, luego te deberé un favor. No sé como pagarte. Puede que no nos volvamos a cruzar en el camino.

No me importa, límitate a seguir tu camino, ya necesitará alguien de tí en otro momento y sabras ayudarle.

Pero...¿eres de una secta? (Mirada recelosa)¿qué quieres de mí?

Nada. Simplemente no necesito estas pilas. Tómalas, son tuyas.

(El caminante arrojó las pilas al suelo y continuó lamentándose de su suerte.)

¿Seguiremos siendo como el caminante que mira la oscuridad impotente, sin hacer nada por aceptar las ayudas que le llegan?

A vosotros, a las luces que voy encontrando en mi camino, que me ayudan a seguir adelante con mis ilusiones y proyectos
Nada mejor que una deuda sin saldar como para generar movimiento.