Quisiera hablar sobre un mal que aqueja a algunas personas que se creen buenas con las otras personas.
Es el mal de la prepotencia caritativa; prescindiendo de preguntar al que creen estar ayudando, le ayudan como si supieran ya lo que quiere, sin hacerse preguntas coherentes sobre lo que realmente está sucediendo.
Después se colocan encima un cartel que dice "Soy buena o Soy bueno" y listo. Ya podemos decir que el mundo nos trata mal porque somos buenos y no saben apreciar lo que estamos ofreciendo.
Sucede algo y no lo entienden. No responde a sus esquemas bondadosos sobre la realidad. Incluso se creen con derecho a decidir quién es mejor o peor, o quién tiene mayor o menor categoría humana a su lado. Piensan que con una frase van a cambiar lo que les rodea, porque el resto del mundo está indudablemente equivocado lo cual significa que, pobrecitos ellos, deberán asimilar de forma incondicional su forma de ver la vida, que es la mejor.
Yo les tengo pena porque en el fondo lo que les pasa es que están tan sumamente asustados de la diversidad del mundo que es mucho mejor para ellos y ellas cerrar los ojos y aferrarse a su supuesta "sapiencia" para evitar que otras personas se les acerquen.
Dios me libre de ser sabia de esta manera, y no junto a la gente más normal, más imperfecta, inestable o no, envidiosa o no, alta o baja, guapa o fea, lista o tonta.
Porque a la hora de contar defectos, todos tenemos y no hay peor error que escudarse en el "es que el mundo me atormenta" para resolver las cosas o en el "no me comprende nadie".
Que narices...somos humanos, como vengo diciendo desde hace un tiempo las alas de angelito a nadie le sientan demasiado bien. Probablemente nos pase como a ícaro y dédalo, y un día de estos el sol derrita la cera y nos encontremos en el suelo con un estupendo chichón, en el mejor de los casos. En el peor...prefiero no pensarlo ni siquiera, que se me revuelve el estómago.
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2 comentarios:
No es buena persona quien realiza algo bueno por los demás, sino que además no espera ninguna respuesta... No le hace falta que le recuerden lo bondadoso que es.
Hay una frase de Nietzsche que me hace mucha gracia (siempre he pensado que tenía un humor muy especial que pocos logran entender) que es la siguiente: "los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de él".
Me has hecho recordar las ocasiones que he ayudado a personas con algún tipo de discapacidad (en el metro, universidad,...). Y he de reconocerte que después me siento mejor conmigo misma. De algún modo, ¿mejor persona? Pero luego siempre decaigo con la siguiente cuestión: ¿y si le ha parecido una ofensa prestarle mi ayuda?, quizá se sienta totalmente capacitado para realizar cualquiera de las actividades que hago yo diariamente...
¿Soy buena persona o le estoy menospreciando?
Joh...te entiendo. Trabajo los viernes en casa de un invidente, que a veces se cabrea si tengo demasiada iniciativa. Siempre lo que hago es preguntar primero para ver que es lo que quiere exactamente, pero te puedo asegurar que es complicado a veces saber si estás ayudando tal y como deberías.
La ayuda nunca debe realizarse sin tener el cuenta a la persona ayudada (a no ser que se den circunstancias que anulen su propia intelgencia y poder de decisión).Es obvio, pero, caray a veces hay quien no se da cuenta.
:) De todos modos, lo de sentirse bien es estupendo, porque así se vuelve a repetir otra vez. Digo yo que cuando hacemos las cosas bien es lógico sentirnos realizadas ¿no?
Lo peor sería hacer cosas por otras personas y no sentir absolutamente nada...¡sería un horror!
Por ciertos..me gusta la frase de Nietzsche.
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