Amistades totales, con sentimientos totales. A la disco de cabeza, buscando el amor total de su existencia. Pero por más que lo intentaba, nadie podía satisfacer la totalidad de su persona. Y es que, las personas abarcamos tanto, que intentar llenarnos del todo es una utopía bastante absurda.
El otro día la ví pasar por la Gran Vía entre personas artificiales que luchaban por conseguir su atención. Su gesto parecía complaciente, como si quisiera creerse todo el teatro que hacían sus histriónicas amigas. En cierto modo, parecía sentirse buena por aceptar gente de todo tipo entre sus amistades, aunque no parecía estar muy a gusto rodeada de tan ridícula comparsa. Había en todo este ritual un trasfondo de superioridad inusitado, que olía a rancio.
La perdí de vista en una esquina, distraida por un rastafari que hacía malabares en pleno centro del paso de cebra.
Somos frágiles, fugaces y cuando nos queremos dar cuenta, lo bueno se acaba. Como un truco de malabares o como una gota en el viento, cuando está lloviendo.
Y en el fondo, como ella, quisiera tener totales, pero cuanto más aprieto las manos para cogerlos, más se me escurren de entre las manos. Prefiero, en cierto modo, dejar que las cosas fluyan, para evitar el mal olor. Aunque no tenga nada conmigo seguro, sé que puedo encontrarme a gusto con mucha gente.
sábado, 1 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
La totalidad es infinita: La única manera de alcanzarla es ser parte de ella.
Es como la historia de la semilla de mostaza que contenía el universo ^^ tal vez si se extendiera un poco la filosofía oriental por las escuelas, nuestra cultura podría recordar todas esas cosas bellas que la superficialidad y el comercialismo nos arrebataron.
¿Cuál es la historia de la semilla de mostaza? (me encantan las historias, si la quieres contar aquí, la leeré encantada)
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