Las historias comienzan pero no acaban. Y esto es porque la memoria humana se encarga de grabarlas de modo que, sin querer, cuando miremos atrás podamos sentir esa pizca de nostalgia o de añoranza de un tiempo en el que fuimos libres como pájaros.
Este tiempo es la facultad; tiempo en el que te puedes permitir el lujo de hacer preguntas sobre muchas cosas, tiempo en el que, además puedes sentarte sobre una silla y pasar horas leyendo sobre temas que después se convertirán en realidades y probablemente en rutinas de tu vida, en el mejor de los casos porque eso significará que has llegado donde querías, cosa que con la .... innombrable señorita Crisis (ups, lo dije...perdón) que nos acompaña, puede ser una fortuna inmensa.
Todos deberíamos tener derecho a un tiempo para asimilar unas metas personales, para enfocar nuestra vida hacia alguna dirección - aunque como es bien sabido, no todos tenemos la fortuna de poder permitirnos este tiempo de reflexión, por empujones que nos puede dar la vida en un momento dado.- La clase estudiante, en realidad somos unos privilegiados, lo admitamos o no abiertamente día a día.
A todas aquellas personas que protestan cada día en mi facultad siempre me quedo con ganas de decirles: sí, pues disfruta de este momento, porque no habrá más clases, ni más exámenes repetidos. La vida no pregunta antes de golpear o de acariciar, ni hay posibilidad de repetir las acciones, o vales o espabilas, una de dos.
Cuando lo intento, quedo como si fuera una super-abuela, pero es que, caray, es verdad, nadie es tan indulgente como el profesorado, porque sabes que en la mayoría de los casos siempre te echarán una mano con tus preguntas, siempre que sepan algo (incluso los hay que cuando no saben nada te responden y todo...hay también mucha charlatanería en esta facultad, no todo va a ser bueno.)
A finales de Junio, se acerca el inicio de una nueva etapa que no sabría como llamar, tal vez la Era de los Trabajos Temporales, o de la Independencia Personal, pero espero que no sea el fin de las ganas de aprender cosas nuevas.
El día que dejemos de querer aprender, probablemente se nos haya parado el corazón.
Con muchos sentimientos contradictorios de angustia, alegría, miedo y ganas de empezar de nuevo, termina este curso de Pedagogía, sin evitar dar las gracias a todas aquellas personas que me enseñaron tanto durante la carrera, que me han ayudado a entender las cosas de otro modo y a ser un poco más paciente y receptiva ante otras opiniones.
¡Va por ustedes!
viernes, 22 de mayo de 2009
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