Dos meses de vuelta a mi querida Madrid, y odiada a veces, han dado para mucho. Tambien para darme cuenta de que, necesitaba comunicarme directamente con la gente.
Pequeña reflexión evidente: por apestosa que sea tu ciudad, siempre llevas algo de ella dentro. Por efímeras que puedan parecerte a veces las relaciones en la urbe, especialmente en Madrid Capital, donde parece ser que no podemos pararnos ni un minuto a reflexionar por los motivos que sean, siempre estarás pensando algún momento en esas cosas que tanto te gustan, como los parques públicos, la vida nocturna, el karaoke y las risas, los momentos internacionales...
Madrid está llena de gente de fuera, sobretodo en verano, es ese tipo de ciudades que ejercen cierta fascinación en la gente de fuera. Si tuviera playa, sería la estrella del turismo extranjero. Pero, siento decirlo, Barcelona nos gana por goleada, todos conocen Barcelona, algunos Madrid.
En cierto modo, Dublín y Madrid podrian ser ciudades hermanas, aunque solo fuera por la cantidad de madrileños que te puedes encontrar en Dublín, y por la sensación de ciudad cosmopólita, con grandes opciones a nivel musical y artístico, y cierto encanto romántico-decadente.
Eso si, Dublín tiene de encantadora lo que tiene de oscura, de triste, con esos edificios grisáceos, machacados por la lluvia. Parece que cambia, si está lloviendo commo si aparece súbitamente el sol, y te puedes ir a dar un paseo por el Trinity College, o por el Phoenix park, y coger una bicicleta, dandote el lujo de pararte y pensar, quedarte fascinada por el verde y el gris del cielo. Hacer eso que no puedes hacer en Madrid, aunque de pronto el sol se vaya y aparezca la lluvia. Da lo mismo, coges el chubasquero, y sigues caminando con el chop chop de tus pies como melodía, pensando en dónde puedes ir a parar ahora si no escampa un poquito. Probablemente a un pub, a tomar una cerveza, o a tu casa a cambiarte si ha llovido demasiado.
Dublín despierta cierto sentimiento melancólico, triste, de pérdida de algo que nunca has tenido. Un sentimiento que no estamos acostumbrados a tener en los países de sol, pero que invita a reflexionar, a sentirse en "stand by", commo si la vida pasara despacio.
Ciudades hermanas, ciudades contrarias. Allá vamos, Dublín, no dejes de sorprenderme...
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