El otro día, reflexionando sobre las formas de educar en la familia que yo estoy (a mi entender sobrecargada de conductismo para mi gusto) me dí cuenta de que existe un argumento a favor del conductismo, es decir, de hacer ver a los niños que cada conducta tiene un premio (es terrible, antes no me había dado cuenta...):
Si los niños ven que cada conducta tiene un premio valoran el hecho de haber conseguido algo a través de sus acciones. Valoran las cosas, porque cuestan cierto esfuerzo.
Toda acción social tiene una repercusión inevitable, y lo queramos o no, esta sociedad está llena de concursos, competiciones, gente que está en la cumbre y gente que no está en la cumbre...
¿Me estaré volviendo loca?
Simplemente, digamos que el conductismo no es tan descabellado como me parecía en mis estudios universitarios. Digamos que si reducimos la educación al conductismo, sí que es descabellado, porque se quedan a un lado miles de aspectos relacionados con la motivación interna, la capacidad para decidir por nosotros mismos (no se puede ser eternamente esclavos del éxito social) o incluso el altruismo.
Porque, el altruismo es la capacidad de dar sin pedir nada a cambio. Aún cuando mucha gente se dice altruista y no lo es realmente, sigue existiendo esa capacidad de dar sin esperar. Y en cierto modo, parece que pensar que los seres humanos nos movemos por premios o castigos anula la idea de que pueda existir el altruismo en estado puro...
- pongamonos un poco extremistas, que merece la pena de vez en cuando, aunque sea para mantener debates interesantes-
Probablemente el altruismo sí tenga un premio: El amor. Pero es algo que no se puede considerar un premio material, y es una especie de fuerza intrínseca, que está dentro de las personas. El amor es el motor del altruismo (o debería de serlo) y produce más amor (o debería producirlo)
Claro que estamos en un mundo tan ecléctico, que no me atrevo a decir que nada de lo dicho anteriormente sea absolutamente verdad o absolutamente mentira.
De hecho, hay veces que tener dinero a final de mes me hace sentir en cierto modo recompensada por tener que sacar el chubasquero y las botas de agua, o por tener que lidiar con ciertas pataletas a primera hora de la mañana. El dinero y lo aprendido cada día en esta familia irlandesa, con raíces norteamericanas.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
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