Esta entrada es un compendio de anécdotas sobre un viaje reciente a Granada con dos personas prácticamente desconocidas en personalidad y cultura. Una situación que podríamos definir entre dantesca y divertida.
Una amiga y yo, justo hoy hemos vuelto de un viaje con unos recién conocidos húngaros en un pub irlandés, donde algunas veces se practica el inglés a nivel conversación, de una forma libre y espontánea (con quien te apetezca hablar, vamos).
La lengua intermedia, dado que ni mi amiga ni yo hablamos húngaro, aunque hemos aprendido algunas palabras (como joder, jodidamente bueno o gracias) era el inglés, de modo que la comunicación ha sido bastante complicada, a nivel de decidir cosas, o de expresar emociones e ideas.
Pero...a raíz de este viaje tan peculiar he descubierto unas cuantas cosas:
- A pesar de todo, al final te comunicas: no importa como, si no te salen las palabras con gestos, y si no hay gestos con hechos, directamente.
- Nosotras estábamos pensando en comida todo el tiempo (dónde comer, qué comer, cómo comer...) y ellos, directamente comían cuando era necesario. ¿Será costumbre española la de tener una cultura en torno a la comida? ¿por qué?
- En cuestiones de pensamiento, hay ciertas ideas que se repiten, de modo que las referencias culturales europeas deben ser similares en el fondo (o las humanas, como a veces quisiera creer). Todo se debe a que nos metimos en una discursión extraña sobre la democracia, la pena de muerte y los derechos humanos, mezclándolo con la política y la seguridad social, todo un coctel molotov para un nivel intermedio de inglés, de modo que al final llegué a la conclusión de que en cualquier idioma los derechos humanos y la similitud con otras personas resulta inexplicable, por mucho diccionario que te empeñes en utilizar.
Se podría decir que no es fácil explicar por qué la democracia es el mejor sistema político, o por qué motivo tenemos que aceptar que todo el mundo tiene los mismos derechos, aunque estés convencida por completo de ello, siempre hay quien te dice: vale, ¿por qué he de pensar que el que tengo a mi lado es alguien a respetar?
Por último, la mejor de las conclusiones (o la más útil para evitar el síndrome de la torre de babel, o el caos comunicativo) que he sacado es que una de las dificultades idiomáticas es que se dejan cosas por decir, y a veces los seres humanos tenemos mucho miedo a lo desconocido y en vez de pensar: bueno, ahora lo que sucede es que la otra persona no puede decir todo, podemos caer en el error de inventar aquella información que desconocemos, de modo que al final, los malentendidos son grandes y nos podemos llegar a enfadar por tonterías.
De modo que, para evitar el sindrome de la torre de Babel, es bueno calmarse un poco, esperar a ver si se ha entendido todo y después, sacar conclusiones.
La verdad, es que no me arrepiento de haber hecho un viaje así: al menos una vez en la vida es necesario sentir que no todas las personas piensan, sienten y hablan igual, que los referentes culturales son muchas veces barreras o potenciales para la comunicación si se trata de tener un acercamiento a ellos.
domingo, 28 de junio de 2009
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