Septiembre es como Enero para las estudiantes como yo. En agosto te pasas días enteros elucubrando sobre qué vas a hacer con tu minúscula vida, en comparación con la immensidad de Madrid y las oficinas donde se hacen entrevistas para seleccionar a simples educadoras infantiles o a lo peor becarios de prácticas.
Y lo de la vuelta a casa es un espanto, porque regresa la gente a Madrid (yo no, que apenas tengo vacaciones) y vienen con el ánimo avinagrado como con pena, como si la ciudad tuviera que darles explicaciones por esa injusticia llamada rutina.
¡Con lo divertida que es la familiaridad de la rutina! No nos engañemos: lo mejor de la rutina es saltársela todos los días con pequeños cambios: por ejemplo no ir a trabajar por el mismo sitio, contar baldosas, ir por el lado blanco de los cruces en los pasos de cebra...y un largo etcetera de rituales absurdos, pero divertidos que pueden ayudar a retomar la vida normal. Si es que la vida tiene algo de eso, que a veces lo dudo.
Por pensar que hay rutina a veces nos perdemos cosas realmente sorprendentes. Ahora toca deprimirse por regresar al trabajo, cuando, el trabajo es lo mejor que hay,- yo por lo menos me puedo pasar horas observando a la gente trabajar ;) -( Frase Made In Oscar Wilde)
El otro día me dijeron que ahora los niños tienen también depresión post-vacacional. El último grito en depresiones oiga. En esta página se habla de cómo ayudarles a afrontar el paso de volver al colegio http://www.prnoticias.es/content/view/10019000/227/.
Una de la medidas más ¿evidente? que propone es la siguiente:
"Dales tiempo para que se relajen después del colegio antes de empezar los deberes. Escucha sus frustraciones y ayúdales a ver el aspecto positivo, siempre que sea posible. "
A mí me da que ciertas indicaciones están hechas para idiotas más que para padres. El que redactó la noticia pensó: es que, claro, los padres nunca hacen esto con sus hijos. Y el mejor momento es ahora, en septiembre. Lo de ser buenos padres, debe ser ocasional y para eso están los especialistas, para recordarlo en estos grandes hitos, que sobretodo nadie ha vivido nunca.
De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que la psicología se está molestando en prescribir todo lo prescribible con recetas estupendísimas para vivir. Pero es que si los niños y niñas se deprimen no creo que sea por el síndrome post-vacacional. Como casi todo será la punta del iceberg de algo más, de una sociedad donde se toma a los niños por idiotas que no saben hablar y contar lo que les pasa por la cabeza.
Sin ir más lejos, todavía hay quien no es capaz de afrontar de una forma natural una situación de celos entre hermano mayor y recién nacido; e incluso se tiende a crear más celos aún, tomando al niño como si de pronto fuera una criatura maligna que quiere hacer daño así sin más, negando la palabra como fuente de tranquilidad y el afecto como fuente de estabilidad.
En calidad de futura pedagoga para la depresión post-vacacional, recomiendo lo siguiente:
- Mirar la ciudad como si se estuviera de vacaciones aún, como si lleváramos una cámara en la mano.
- Pensar en los demás
- leer las noticias
- Seguir quedando con amigos, cuando haya tiempo
- Guardar por un tiempo las fotos de las vacaciones
Y para los niños...que demonios, tan sólo saber eso, que son personitas, y tienen sus necesidades (jugar, reirse, dormir lo suficiente, relacionarse con otros niños). ¡Que no es tan difícil!
Yo diría que todo síndrome (post-vacacional o no) pasa por el mismo punto: la ausencia de tranquilidad y afecto en la vida cotidiana. Simple pero...me temo que verídico. Con lo fácil que sería mimar a quienes nos rodean un poquito más...
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