Ella mira a las estrellas con el brillo oscuro de sus ojos. Y bajo su mirada se tiende una oscuridad creciente, alumbrada levemente por la luna que hace sombras puntiagudas en el suelo. Son áridas, no le dicen demasiado.
Quisiera, en ese preciso instante tocar una estrella con la punta de sus dedos...pero no llega, se desespera al notar que la distancia es mayor de lo que quisiera. Y en cuanto pega el salto se da cuenta de que, en cierto modo, llega más alto de lo que se imaginaba.
Mucho más de lo que pensaba, muy lejos para ser quien es y tener dos plomos bajo los pies que le tiran tan fuerte que la invitan a rechazar un nuevo impulso vital hacia la luz.
Y sin embargo, salta de nuevo...no le importa el cansancio, sabe (y yo lo sé también con ella) que alcanzará lo que quiere, no porque tenga una nave espacial último modelo, sino porque sabe que puede hacerlo.
No sé porqué no la puedo parar, esa maldita chispa me arrastra y cuando me quiero dar cuenta, allí estoy, preguntándome porqué no aspirar a cosas normales y corrientes como el resto de la humanidad.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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