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martes, 25 de noviembre de 2008

Las mujeres en la cárcel

Tras un periodo de silencio y profunda actividad neuronal (profunda y frenética) voy a escribir unas pocas líneas sobre una clase que me impacta de continuo, acerca de las implicaciones educativas del trabajo de los pedagogos en prisión.
De hoy en especial, destacar un vídeo, triste donde los haya de la vida de las presas, sus esperanzas y sus miedos.
Lo más impactante no es verbal, es no verbal: Son sobre todo esas miradas de tristeza, esas ojeras de no dormir bien, esa vida perdida (el tiempo desperdiciado, la impresión de que lo que se ha hecho ha ido marcando un camino que tiene que ser rectificado con un gran esfuerzo...)

A quienes piensan que la gente nunca cambia, yo quisiera hacerles ver que, si que cambian, es algo que requiere de un esfuerzo sobrehumano, no es tan fácil como apretar un botón, ni tan eficaz como el mando del televisor, pero cuando eso sucede es tan valioso que la gente debería inclinarse a su paso, tan sólo por haber sido capaces de trascender un entorno complicado, de cambiar las propias tendencias producidas por un nivel de vida determinado o una educación concreta.
Sobrecoge el brillo triste de sus ojos, y la impresión de que, dejaron que alguien eligiera por ellas, renunciaron a sus principios por otros, o por una familia y ahora lo que les queda es, simplemente eso... la vida entre rejas.
Inevitablemente me pongo en su lugar, aunque esté estudiando, porque sé que tienen cosas en común conmigo...y lo confieso, una de ellas, la del afán de tener una pareja estable...

Terrorífico...pero vamos, es igual que cuando vemos a algún mendigo por la calle...antes era inverosímil estar en su posición- o nos lo parecía- pero es que ahora con el miedo a la crisis, nadie se libra de la sensación de poder estar entre cartones, o cerca de ello.- La diferencia es que nosotros tenemos un respaldo familiar, una posición más o menos estable, y el salto a la delincuencia es más difícil, tenemos airbag de serie.
Si Jesús se inclinaba ante las prostitutas y los leprosos, nosotros deberíamos plantearnos hacer tanto de lo mismo con quienes se esfuerzan por ser mejores personas con las mayores dificultades. Seamos creyentes o no, fue un ejemplo de persona humana y bondadosa que nadie ha superado.- o eso me parece a mí.-

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