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miércoles, 27 de febrero de 2008

Esa cosa llamada felicidad...

La felicidad no entiende de situaciones ideales. Cuando más ideal es una situación, más problemas nos inventamos los seres humanos. Yo creo que somos una especie un tanto idiota, en cuanto que no apreciamos lo que tenemos hasta que lo damos por perdido.
Nos gusta muchísimo el pasado.

Parece que esta forma de actuar no sólo pertenece a la esfera individual de las personas, sino también trasciende a la política.
Con ver los debates de la campaña electoral, basta. Concretamente el que se dió entre Zapatero y Rajoy. Nunca he escuchado nada tan lamentable. El pasado como ideal estuvo presente en todo el debate, en cuanto a que cada uno sacaba su propia versión esgrimiendo pseudoargumentos del tipo: tú lo hiciste peor, o tus cifras entonces eran un asco y mira las mías en la actualidad. La palma se la llevó Zapatero con la frase "yo he repatriado más inmigrantes que tú" y "tú legalizaste a la gente con un bonobús, míralo, está aquí escrito .- (sin citar la fuente informativa tan siquiera.)
Bueno, tampoco quisiera dejar de lado las arremetidas de Rajoy utilizando el terrorismo como tema electoral, no sé si fueron tres veces las que repitió la frase "Tú has defraudado a las víctimas del terrorismo pactando con ETA".

Aunque reconozco que esta forma de hacer política está empezando a ser algo así como una competición emotivista en la que caemos todos. Yo misma me sorprendí anotando tantos a favor de uno o de otro durante el debate, como si fuera un juego, el pasapalabra, o cualquier otro concurso televisivo consistente en lanzar mierda contra el otro candidato, o hacer que el otro ponga cara de circunstancias y se haga caca en los pantalones.

Ni siquiera estaban presentes otros candidatos de otros partidos, sólo dos personas como si la democracia consistiera en líderes absolutistas. Y me parece sumamente lamentable este hecho, porque demuestra la crisis de la auténtica representación de todos los partidos políticos en la vida pública, la falta de una auténtica democracia. Si la sociedad es plural ¿por qué sólo hay dos partidos políticos que se anuncian?

O rojo o azul, parece querer decir todo esto. O votas a uno o a otro. Lo realmente patético de todo esto es que yo acudí con ganas de escuchar las propuestas electorales y me encontré un diálogo para besugos en el que uno decía A y el otro B.
La política en realidad debería ser otra cosa, un diálogo entre partidos y no esta especie de concurso a ver quien tira del rin al otro candidato. Era más bien un combate de retórica, una pelea de gallos... yo que sé, no me quedan más palabras para definirlo.

Ah, y el título de la entrada es por la felicidad que me produjo apagar la televisión e irme a dormir. Felicidad absoluta.

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