Urbanismo Protesta

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domingo, 9 de diciembre de 2007

Dolor...

El dolor me parece una piedra incrustada en el alma que a veces no hay forma de sacarla de dentro, y cuando más tiras, peor te va, más te duele el dolor, el dolor hay que dejarlo salir, o permitirle estar, mientras las cosas van fluyendo, mientras la vida pasa y tienes que dar la cara ante lo que va sucediendo. Y es una forma además de hacerse fuertes, de dominar los problemas.
Pero es que, a mí a veces me duelen cosas que no deberían. Me duele el dolor ajeno, me llena por dentro y de pronto me siento, triste, si escucho a alguien llorar. Me parto con los demás, cuando ellos se parten en dos.
Una vez, una amiga mía se derrumbó, porque no se encontraba a sí misma. Y yo la abracé, fingiendo fortaleza. Pero por dentro, algo se me rompía en trozos. No sé cuantos corazones tengo, pero ante el dolor ajeno me desmorono, me siento parte de él, porque lo comprendo. Quisiera ser un poco más fuerte para poder ayudar sin sentirme afectada por ello. Pero no puedo, en cuanto me doy cuenta, noto que el dique del dolor se desmorona dejando salir las lágrimas en forma de cristales.
Me rompo. Soy frágil como un cristal de murano. Demasiado frágil. Demasiado humana para ser humana. A veces me gustaría, simplemente, ser de hierro fundido para que los dolores ajenos no entraran en mí, y me afectaran tanto.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Inmóvil

Tal vez las rocas tengan más actividad que mis sentimientos en invierno.
Es como si me congelara, y luego, la verdad que me cuesta descongelarme y volver a la vida.

¡¡¡¡¡Que vuelva el sol y la primavera!!!!!

martes, 4 de diciembre de 2007

Pasión por el cambio.

Breve descripción de una sensación:

Me apasiona tanto el cambio, la sensación de novedad, que cada x tiempo necesito cambios de cualquier tipo. Debo estar un poco loca, no sé porqué ahora me ha dado por ahí. En especial hoy me siento como si me hubiera tragado un frasco de anfetaminas, la novedad me excita, me incita y me provoca...
Total, que seré una buena aprendiz de vivir la vida, porque como es puro cambio constante y nada regresa a su lugar jamás, como dijo no se muy bien quién, "las aguas del río no son siempre las mismas", y por lo tanto yo tampoco vuelvo al mismo lugar de igual manera.

Es como si en el mismo sitio se pudieran descubrir diferentes recovecos, cosas que antes no te habías fijado. Y es que, aunque volvamos al mismo sitio, nosotros mismos ya no somos igual, y eso lo hace todo más emocionante.

Y colorín colorado, esta entrada se ha terminado.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Memoria histórica 2

La batalla continúa.
Sigo pegándome con mi memoria histórica personal, mirándome el ombligo y de vez en cuando sorprendiéndome en plan comparativo, diciéndome: ahora eres mejor que antes.
Eso es lo bueno, que no tengo memoria nostálgica, yo miro hacia adelante como si nada, borrando huellas, arrasando con todo, como si nada, y cada paso es mejor que el anterior.
Pongamos que mi memoria no es precisamente nostálgica. Más bien es una memoria que me dice: "ey, esto es mejor, sigue así. ¿recuerdas cuando no hacías las cosas tan bien?" En fin, memoria optimista, donde las haya. Nunca estuve tan bien como ahora, tal vez sea eso, la buena vida, que alimenta el optimismo.

Lo complicado es que, como cambio mucho de amistades, no por mi culpa sino porque la gente se me va fuera de Madrid, o simplemente en unos pocos años las cosas se van moviendo, no puedo reconstruir esa memoria con estas personas. Simplemente es una memoria móvil, la única que puede valorar eso soy yo.

Pero... la memoria histórica no es una sola memoria. Como decía ayer, es algo más, una construcción común. Hay datos, hay gente cuya familia murió en la guerra civil, hay realidades, puras y duras (no puedo comparar mi vida con la memoria histórica así sin más, sería un desatino) y hay versiones...
Y qué versiones más desproporcionadas. Y lo peor es la versión de los que no lo vivieron y han alimentado su imaginación con tonterías, con falsos ídolos y falsas imágenes de la vida. Los hijos de la guerra civil, porque los mayores que vivieron aquello lo saben mejor que nadie, pero los que oyeron las historias, las transformaron a su antojo y ahora quién sabe qué fue aquello realmente.
En cierto modo esa memoria también es móvil, pero se mueve al antojo de los que quieren tirar para su lado, de los que quieren silenciar las cosas o contarlas como ellos prefieren.

Nosotros sabemos que existió una guerra, ahora bien, no conocemos lo que realmente fue, por muchos libros que miremos. Nadie nos va a dar el conocimiento necesario para saber lo que es correr bajo las trincheras, o vivir las cartillas de racionamiento, o tener que huir de tu pueblo por ser rojo o azul. Nadie nos va a decir lo que es pisar una mina y quedarse sin pierna, o esconderse en el monte pasando hambre y miedo.
Lo que nos queda es el humo de la pólvora, el resentimiento de fondo, y da la impresión de que, aunque algunos lo piensen así, España aún no se ha recuperado del atraso de aquella época, y vamos arrastrando algo, una cadena que nos pesa y que a veces hace parecer que aquello aún no ha cicatrizado lo suficiente.
Y como la situación lo requiere, citando a Def con dos "España no es roja, España no es azul, España es ahora negra como el betún", como diría el Sr Friki.

Sea como sea, no me puedo quitar de encima esta maldita impotencia, esta maldita sensación de que, las cosas se repiten mucho, y se progresa demasiado lentamente en este país. Me siento pegada a un país que siempre saca un rosco en todas las evaluaciones europeas, que parece siempre el último del cole, la niña ignorada en una esquina del patio.
Si pudiera borraría de un plumazo las guerras porque son un atraso para los países que las pasan, aún años después de lo sucedido.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Memoria histórica

El invierno me hace sentir como a la deriva. Pienso más que nunca, escribo más que nunca, y me siento realmente como si se hubiera tendido un puente entre el pasado y el presente.
Siempre recuerdo todo lo que ha sucedido a lo largo de un año, me recreo en el pasado, asombrándome de la cantidad de cambios que se han dado (qué típico, diréis... pues sí, me temo, debo de ser muy típica.)
Parece que hasta que Diciembre no agoniza, el día de nochevieja, siento como si todo tuviera que regresar hasta el infinito y más allá.
Empiezo a decir:
- Hace un año yo...
- Hace dos años yo
-hace tres años yo

(uffff, menuda pesadilla: menos mal que la memoria humana no llega tan lejos. Imáginate pensar "cuando mis padres me concibieron yooo, eraa... que agotamiento, y sobretodo, qué pérdida de tiempo.)
Y es que, hay que pensar que cada ser humano es un trocito de memoria, no sólo propia sino de otras personas. Yo cuando recuerdo, también recuerdo a otras personas y cómo han cambiado; la suerte es que la velocidad de los pensamientos es más rápida de lo que es una vida.
Si no, estaría recordando durante años en vez de vivir.

Ahora que caigo, eso debe ser la memoria histórica: lo que recuerda la gente de lo que ha sucedido durante años, pero escrito por otra gente que no lo vivió, y por lo tanto un poco deformado, al igual que yo recuerdo las cosas, no tal y como sucedieron sino tal y como mi cabeza me dicta, o tal y como me siento en ese momento.

Eso es, manifiesto mi escepticismo hacia la memoria histórica. Sacamos el hacha de guerra y nos tiramos a la cara todo aquello que sucedió.
En realidad, me preocupa la falta de atención que se pone hacia una "reconciliación histórica". Si es verdad, unos mataron, otros también, hubo vencedores y vencidos, y hubo quien estaba en medio y punto.

La pregunta que no he respondido está en el fondo de lo que escribo... ¿qué es la memoria histórica? ¿hasta cuándo una España dividida en dos frentes radicalmente diferentes?
¿Hasta cuándo podremos hablar de ciertos temas sin pelearnos como niños chicos?