Urbanismo Protesta

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sábado, 20 de octubre de 2007

Mi querida Coliflor

Mi bicicleta se llama Coliflor, un nombre que se ha ganado a pulso por la decoración del cuadro
que tiene hojitas muy monas de color azul; sé que las coliflores no son azules, pero con esto de los alimentos transgénicos no me extrañaría que ya las hubiera por ahí circulando, en los supermercados para gente snob.

Pero que conste que ella no es snob, ni mucho menos, aunque se trate de una señorita de ciudad, un tanto reacia a los caminos muy pedregosos y a los pinchos, y muy sensible al humo de los coches, aunque cuando se trate de ir por la calzada, es más rápida que las motos, si tenemos en cuenta que se mueve por tracción animal

(es decir la tracción que incorpora la animala de su dueña que soy yo...jejeje)

Lo más hermoso de todo es que, no le disgusta conocer gente nueva, y ha habido días en los que ha cambiado de animal tracionador por unos minutos (hasta incluso media hora) y no se ha quejado apenas a la vuelta, salvo por algún que otro rasguño en la pintura del cuadro, que debería pintar de nuevo o retocar un poco para que no pierda su encanto bohemio.

Fijaros si será bohemia, que un día estaba aparcada a las puertas de un bar, en Sol, y un tipo con una cámara le hizo una foto. No sé donde andará, me gustaría encontrarle para pedirle una copia y hacerme un póster.

Pese a su elegancia y a que mucha gente la admira, Coliflor es de naturaleza noble y no presume abiertamente de su agilidad. Simplemente le gusta acelerar en las cuestas abajo, para que su dueña sienta la velocidad del viento en la cara, y frenar suavemente al llegar abajo.
Es posible que no sepa correr como un bólido, o como una moto, o que no tenga la aleación de la chapa de un porsche. Pero al lado de ellos, siempre llamará la atención su silencio y sabiduría, que la hacen un medio de transporte tan elegante y sabio como la naturaleza misma.

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