Como decía ayer somos Pi más una serie numérica en la que se podía incluir la narratividad y tantas otras cosas personales o generales.
Porque si bien es verdad que existen variedad de números, nosotros y nosotras tenemos algo en común, al menos la pertenencia al sistema numérico en sí; aunque nos guste ser tan diferentes, luego no lo somos tanto como pretendemos, y ahí está la lucha interna entre querer ser diferentes y ser iguales o similares a otros.
Pero ahí está la narración, el relato nos diferencia. La historia que cada uno se cuenta a sí mismo le hace actuar de una forma absolutamente diferente a la de otros. Si mi relato es el de un héroe o heroína de la antigua grecia, pongamos, o el relato de una persona triunfadora, mis actos van encaminados a triunfar, si mi relato es el de una persona derrotada por la vida, mis actos serán derrotistas. No soporto a ciertas personas derrotistas, porque en su mensaje siempre hay un "soy lo peor, socorro, sálvame".
Pero eso no significa que porque yo me diga que ganaré, vaya a ganar siempre. Significa que afrontaré los fracasos con mayor fuerza que si ya espero fracasar sin haber hecho nada.
Es importante ser buenos cuentahistorias, para podernos contar la historia que merece la pena acerca de las cosas, y que más se aproxima a la realidad. Porque nadie tiene la realidad completa, pero al menos si el punto de vista un poco más acertado sobre lo que sucede.
Comencemos el día de hoy con un "érase una vez un personaje que podía..." de ahí a poder, va un paso minúsculo.
martes, 30 de octubre de 2007
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